Promesa en todo tiempo

Todos hemos tenido momentos devastadores, momentos donde nuestros sueños e ilusiones colapsan, desaparecen, no sabemos qué vamos a hacer. Comenzamos a malgastar dinero, a tener pérdidas, y nuestra vida colapsa a nuestro alrededor. Tenemos que levantarnos de estas circunstancias y creerle a Dios.

La enfermedad, por ejemplo, es algo que nos toca a todos de alguna forma u otra. Afecta directamente tu economía, te hace malgastar dinero y no necesariamente soluciona el problema, te hace malgastar tiempo que es peor que el dinero; tu tiempo está ocupado en citas médicas y otras cosas, simplemente, para mantenerte vivo por un poco más de tiempo. La enfermedad te centra en el problema, en la dificultad, y todo tu mundo comienza a girar alrededor de todo eso. Por eso es que Dios te quiere sano, te quiere libre.

Hemos visto cómo Abraham tuvo que decidir en un momento si sus circunstancias o las promesas de Dios alimentan sus sueños y visiones, su vida. Dios no iba a eliminar sus circunstancias. Él tenía que escoger que, primordialmente, sus sueños fueran alimentados por las promesas de Dios para que el milagro, entonces, ocurriera. Cuando esto sucedió en la vida de Abraham, entonces, el milagro se realizó, tuvo a su hijo. Mientras las circunstancias gobernaban la mente de Abraham, la promesa era algo secundario. Por eso, Abraham se acuesta con su sirvienta. Pero llegó el momento donde ya Abraham no podía hacer más nada; ya sus circunstancias habían muerto. Su mente y sus sueños tuvieron que acomodarse a las promesas de Dios, por lo tanto, sus acciones fueron dirigidas por las promesas de Dios y no por sus circunstancias.

El respeto que tú le tengas a la promesa de Dios, si tú lo pones en un lugar de estima, de honor, el respeto que tú le des a eso que Dios te ha dicho y que debe llenar tus pensamientos, es lo que determinará que el milagro ocurra y que la bendición se manifieste sobre ti. Esa es la clave. El respeto y el honor que tú les des a las promesas de Dios y a los pensamientos que provocan en tu vida, si lo respetas y lo honras, lo vas a atraer, y llegará entonces el milagro que estás esperando.

La promesa de Dios para Abraham fue un hijo. Cuando él oye la promesa de Dios, él se imagina a su hijo. Esto alimenta su sueño, su visión; se obsesiona con tener un hijo, era todo lo que pensaba. Cuando pensaba en morirse, pensaba en entregarle a Eliazar toda la herencia porque como no tenía hijo, pensaba que, si moría, todo se perdería. Así que esto ocupaba su mente 24 horas al día. Pero entonces, las circunstancias comienzan a ponerse difíciles; su esposa era estéril, se vuelven viejos, etc. Y entonces, lo que hace Abraham es lo que muchos hacen, demostrando poco respeto y honor por la promesa de Dios. Abraham ahora pasa el sueño que él tiene de un hijo y, en vez de mantenerlo en el área de las promesas, lo pasa al área de las circunstancias, y lo que hace es que acomoda el sueño a las circunstancias. Ahí es que se acuesta con la sirvienta, lo cual le trae montones de problemas, eventualmente, en el futuro; se atrasa el sueño.

¿Qué tiene que ver esto con tu prosperidad? ¿Qué tiene que ver esto con aquella empresa que Dios te ha dicho que vas a tener? Un día escuchaste una palabra de parte de Dios, Dios te dio una promesa, una palabra de que te iba a prosperar económicamente y te iba a dar una empresa. Dios te lo prometió, lo escuchaste, lo oíste, tuviste un sueño para prosperar, para progresar, y de repente, eso comienza a llenar tu mente. Esas promesas llenan tu mente y comienzas a hacer planes, a soñar, a creer la palabra de Dios, a decir: Dios me va a prosperar, me va a bendecir, voy a alcanzar, voy a poder diezmar, ofrendar, ayudar a mi familia, tener mi empresa, mi sueño, mi casa. Todo esto porque oíste una promesa. Comienzas a actuar, a caminar, y de repente, viene una situación devastadora en tu vida, una circunstancia difícil; y ahora, este sueño en tu mente se destruye por las circunstancias que estás viviendo.

Muchos, por amor a Dios, comienzan a parafrasear y cambiar en su mente la promesa, a ajustar la promesa de Dios para su vida a las circunstancias. Comienzan a decir: a lo mejor no era la voluntad de Dios; Él me ama, pero a lo mejor no era el momento. Comenzamos a ajustar la promesa de Dios a la circunstancia.

Hay gente que tiene un problema económico y entonces dicen que Dios no les quiere prósperos; lo intentaron y lo perdieron todo, así que ahora se van a ese extremo, al otro lado. Son personas que lo que están es midiendo la promesa de Dios por una circunstancia. Entonces, amoldan la promesa de Dios a una circunstancia. Si tú te enfermas, ¿quiere decir que ya Dios no sana? No, Dios es un Dios sanador; hay cosas que tú tienes que hacer, responsabilidades que tienes que tomar, y si no te sanas aquí, te sanas en el más allá. Pero te vas a sanar, su promesa se va a cumplir. El hecho de que tú estés viviendo una circunstancia difícil no cambia la promesa de Dios. Esa enfermedad, de una u otra manera, va a ser temporera.

La persona que un día cree que Dios prospera, que comienza a creer la palabra, pero de repente comienza a decir que no cree en eso de prosperidad, le está faltando el respeto a la promesa de Dios, está deshonrando la promesa de Dios, por lo tanto, no tendrá resultados en esa área; no lo va a lograr, no lo va a alcanzar, se va a ajustar a las circunstancias. ¿Cómo resolvemos este problema? Tienes que saber que tu circunstancia es temporera. Todo problema económico que tú estés teniendo hoy, todo problema en esta tierra es temporero, tiene su final; y no tan solo tiene final, sino que tiene solución.

Claramente, la Biblia dice que hay solución para tu problema, que tienes que buscar la salida, que tan pronto llega el problema, la dificultad, ya Dios te da la salida para que puedas encontrar cómo salir de esa circunstancia. Y a diferencia de la circunstancia que estás viviendo, la promesa de Dios es permanente o eterna.

Si tú quieres honrar el sueño de Dios para ti, sea de sanidad, de prosperidad, empresarial, el que sea, tienes que estar consciente que la promesa de Dios es permanente y eterna, que la circunstancia es temporera, por lo tanto, vas a honrar la promesa de Dios, creyendo lo que has creído, a pesar de lo que vives, a pesar de la circunstancia. No permitas que nada de lo que estás viviendo te quite de la cabeza que Dios te quiere próspero.

Eso fue lo que pasó con Job. Job sabía que tenía que servir a Dios y, a pesar de las pérdidas, él decía: voy a creer en Dios, voy a creer que mi Redentor vive y me voy a levantar y voy a prosperar. Muchos piensan que, cuando predicamos prosperidad en la iglesia, lo que le decimos a la gente es que no van a tener problemas, y eso no es cierto. Te decimos que vas a tener problemas, dificultades. Hay ejemplos en la Biblia, como el de Job; vas a tener problemas, dificultades. Lo que te decimos es que, a pesar de los problemas y las dificultades, duren lo que duren, Dios sigue siendo un Dios que quiere que tú prosperes, que tú avances, y tienes que honrarle manteniéndote creyendo en la promesa permanente y eterna de Dios en esa área para tu vida. Solo así podrás ver resultados.

“4 Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad. 5 Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.” Salmos 30:4-5

Tus circunstancias son temporeras, tienen solución; las promesas de Dios son permanentes y son eternas. Decide como Abraham alimentar tu esperanza con las promesas y no con tus circunstancias.

Que esta palabra de parte de Dios marque y llene tu corazón. Recibe este mensaje para que puedas avanzar en tu vida empresarial y seas testimonio de la gloria de Dios.
DIOS ES FIEL !

Autor: D.R.A.

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