¿Amor filial o amor ágape?

En el Nuevo Testamento, vemos múltiples escrituras que muestran cómo debemos amar, cómo podemos manifestar ese amor.

“9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. 14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. 16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. 17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” Romanos 12:9-21

¿Puedes ayudar a tu enemigo? Hazlo, y deja que Dios se encargue de él. Sé honesto; tú quieres que les vaya bien a los demás, pero no mejor que a ti; esa es la naturaleza humana que tenemos que vencer.

Este amor tiene que ser genuino. Y para ser genuino, tiene que venir de una relación con Dios. Esto no es algo que tú puedes fingir. Tienes que dar honor a los demás. Tiene que verse de forma apasionada. Debe ser manifestado con entusiasmo.

Debe tomar control de tus reacciones. Este amor es lo que controla tu reacción ante toda situación. Es el amor de Dios lo que debe controlar tu manera de actuar ante lo que la gente te haga. Antes, decías cualquier cosa. Cuando niño, hablabas, pensabas, juzgabas como niño; ya de hombre, dejas lo que era de niño. Ya no hablas a lo loco, sino que en medio de toda situación difícil eres capaz de controlar tu lengua, lo que dices, como piensas, lo que actúas, lo que dices. Ahora no eres controlado por tus emociones o pasiones, sino por el amor de Dios; y cuando reaccionas de forma correcta, entonces, procuras que la recompensa que tú recibas, sea la del amor manifestado.

Si cuando alguien te hace algo tu respuesta es una reacción inmediata emocional, estás aumentando tu problema presente, y probablemente tu problema futuro. El amor de Dios es lo que te guarda de que tú no operes violentamente, sino en el amor de Dios, dejándole a Dios el encargarse de la otra persona. ¿Puedes, tú, dejarle a Dios que se encargue de esa persona que te ha hecho daño?

Tiene que ser un amor humilde. No se cree más que los demás. Cuando crees que el mundo gira alrededor de ti, te vuelves arrogante, pedante. El amor de Dios pone a los demás primero, honra a los demás y se mantiene firme en su lugar.

¿Cuándo fue la última vez que tú amaste a alguien así? ¿Tienes tú a alguien realmente en tu vida que tú puedas amar así? Ese es el amor de Dios por ti. ¿Podrás, tú, amar a Dios, y amar a Dios de esa manera? ¿Podrás, tú, llorar de emoción porque otro logró lo que siempre quiso, aunque tú no lo tengas, aunque tú no tengas lo que tú quieres? Puedes gozarte con el gozo de los demás a ese grado, o estás tan pendiente a lo que tú no has recibido, a lo que quieres, que olvidas que el regalo más grande que has recibido es el de Dios, de Jesús en tu corazón?

El amor ágape de Dios es aquel que ama con pasión, al que no le importa quien sea. Y así es que tú debes amar. Vence tu pasado; si en el pasado tú no has podido amar así, no digas que hoy no lo puedes hacer. Pedro dijo: Señor, te fallé; si te digo que te ágape, te acabo de fallar, mejor no te miento. Pero sé mejor que Pedro. Di: Señor, ayer te filié, no te pude ágape, pero hoy voy a hacer todo lo posible; te voy a amar con ese amor.

Dale gracias a Dios por su amor por ti. Da gracias a Dios por la gente que te ha amado a ti así. Hay gente que te soporta, que te ama a pesar de tu carácter. Han estado ahí contigo. Hay veces que ni tú te soportas y te preguntas cómo esas personas te soportan. Ven algo en ti, que ni tú mismo ves en ti. Da gracias a Dios por esas personas. Y pídele a Dios que te enseñe a amar así, que te lleve a amar de esa manera. Deja atrás tu pasado y permite que Dios te enseñe a amar con esa pasión en tu corazón.
DIOS ES BUENO !!

Autor: D.R.A.

Déjanos tu comentario

Tu dirección de mail no será publicada.