Tu talento tiene propósito

Hay animales que tienen la habilidad de adaptarse al ambiente de manera tal que no son visibles a simple vista; el camaleón, por ejemplo. Tienen la capacidad de esconderse de los depredadores, y al mismo tiempo, les facilita el cazar a su presa. Cambian de color y, a simple vista, no puedes verlos fácilmente. Esto es algo maravilloso y demuestra la creatividad de nuestro Dios, su sabiduría, la inteligencia divina para darle oportunidad a una especie de sobrevivir en su medio ambiente; pero de ninguna manera es esta la forma en que Dios te creó a ti. Dios no te dio la característica o la habilidad de adaptarte y esconderte en el medio ambiente; no fuiste hecho para mezclarte en el panorama de modo que pases desapercibido. La Biblia nos demuestra y nos exige lo contrario.

El apóstol Pablo, en el Nuevo Testamento, nos dice: no os conforméis a este siglo, sino que renovaos vuestros pensamientos, vuestra mente, para que comprobéis cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. El Señor Jesús lo dijo de otras maneras a través de los Evangelios cuando, en múltiples ocasiones, como en Lucas 11:33, nos dice: 33 Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. Todo lo que Dios ha hecho y quiere hacer en tu vida es para exponerlo, para que el mundo te vea, para que te miren y, a través de ti, la gente pueda glorificar el nombre de nuestro Dios.

Tú no te puedes negar al mundo y ser tan egoísta que te escondas y no le muestres al mundo la manifestación del máximo potencial que hay dentro de ti. Ambición por cosas no es correcto, pero ambición por ser más y por ser todo lo que Dios quiere que tú seas, debería ser la actitud de cada cristiano. Tú no debes pensar en irte a la tumba a la mitad de tu potencial; tú debes desear ser más, y más que eso, ser todo lo que Dios ha dicho que tú tienes que ser porque solo a través de ti el mundo podrá ver la gloria de Dios.

“Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: 2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; 3 y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre.” Isaías 45:1-3

Dios le da esta palabra a Ciro; le dice: te voy a dar una unción especial para descubrir tesoros. Automáticamente, la mente religiosa quiere traspolar estas ideas solamente a un aspecto espiritual como vamos a ver, pero literalmente, Dios le dio la capacidad a Ciro de descubrir los tesoros que estaban escondidos durante su tiempo. Esta es una profecía que se cumplió de manera tangible; Ciro descubrió oro, artefactos que habían estado escondidos a través de los tiempos porque el pueblo de Israel, cada vez que se sentía amenazado por un enemigo, escondía las riquezas, guardaba el oro debajo de la tierra, la bendición que Dios les había dado, la escondían por miedo a que el mundo se las robara. Las riquezas del pueblo de Dios habían estado encerradas por mucho tiempo, y Dios le dice a Ciro: te voy a dar la unción, el poder para que descubras literalmente los tesoros escondidos, y eso va a ser una muestra de que yo fui el que te puse nombre, el que te llamó.

Y estamos creyendo que durante esta temporada Dios te va a dar la capacidad de descubrir tesoros escondidos; Dios te va a dar una idea, tiene que haber algún secreto guardado que todavía tú no has visto en tu vida, en tu empresa, en tu industria, que va a abrir aquellos tesoros que han estado escondidos a través de los tiempos. Créele a Dios que Él te va a dar una idea que va a catapultar tu vida en las próximas semanas, en los próximos meses; y esas cosas que han estado guardadas y escondidas, han estado reservadas para ti, en el nombre poderoso de Jesús.

¿Por qué nos escondemos? ¿Por qué nos adaptamos a las situaciones en el mundo? Todos vivimos momentos que pueden ser intimidantes. Cada uno tiene experiencias diferentes, errores que hemos cometido, fracasos que hemos vivido, traiciones, decepciones, expectativas que teníamos que de repente desaparecieron, cosas que nos hacen cuestionar por qué y para qué estamos haciendo o creyendo lo que estamos creyendo. A veces, nos hacemos un futuro y comenzamos a construir una idea, y de repente todas las cosas cambian y quedamos como en la nada. Y la primera reacción normal ante una situación como esa es escondernos, huir, encerrarnos; y nosotros no somos los primeros que tenemos esa sensación, esa reacción. A través de toda la Biblia, observamos hombres y mujeres que, ante ciertos momentos intimidantes, tomaron la decisión de esconderse y salieron huyendo; pero Dios tuvo que ir a buscarlos y sacarlos de sus escondites porque ellos eran el mayor tesoro que tenía Dios para su pueblo y para cumplir su propósito sobre su pueblo.

Tenemos un hombre como Moisés que por causa de que alguien descubre el esqueleto que estaba enterrado sale huyendo al desierto. Un día su error del pasado le hizo correr; alguien se encargó de sacar el esqueleto del pasado, de las malas decisiones y, cuando lo enfrentaron, ese hombre salió corriendo, huyendo, dando vueltas en el desierto por cuarenta años; pero Dios no había invertido tanto tiempo en Moisés para dejarlo allí. Tú no le sirves a Dios en el desierto, encerrado, huyendo de tu llamado y de tu propósito, dando vueltas, sobreviviendo. Tiene que haber un día en que entiendas que hay algo más grande para tu vida.

Tenemos hombres como Elías que, luego de haber hecho que fuego descendiera del cielo y bajara con gran poder la demostración de Dios, porque una mujer lo amenazó, salió corriendo. No había razón por la que salir corriendo. Jezabel le dijo: te voy a picar la cabeza. Y el hombre sale huyendo, corriendo, se encierra en una cueva. Allí Dios lo va a buscar, y le dice: ¿qué tú haces aquí encerrado, escondido? Acaba y sal y haz lo que tienes que hacer; vete y unge al próximo profeta, al próximo rey; largo camino te resta. No hay razón para tú estar en este lugar.

Tenemos personas en la Biblia como Gedeón, que toda su vida lo que hacía era esconder las riquezas que Dios le daba; trabajaban y luchaban y, de repente, cada vez que había cosecha, iban a buscar para luego esconderla. Y cuando Dios se encuentra con Gedeón, Gedeón lo que está es escondido, buscando guardar el poquito de recursos que tenía, por miedo a que se lo vinieran a robar. Cuánta gente pasa toda su vida así, ahorrando en cuentas por miedos, por si acaso hay una emergencia en su vida. Los cristianos no debemos tener fondos de emergencia, esa no debe ser la mentalidad; tú lo que debes tener es una cuenta que diga: para lo que Dios diga, para lo que Dios me pida que yo haga; el día que Dios me diga que tengo que darlo todo, lo doy todo; el día que me diga que invierta en el negocio, lo invierto. Tu seguridad viene de que si obedeces a Dios, Él se encargará, y Él te va a dar la victoria; Él te va a prosperar y te va a bendecir. No es que no ahorres, sino que no lo hagas con una mentalidad de miedo, temor; porque te vuelves esa persona que esconde, y dinero escondido no se multiplica.

Hay un momento donde tienes que creerle a Dios, lanzarte, y no puedes tenerle miedo a lo que el mundo haga y a lo que puedas perder. Y si lo pierdes todo, el mismo Dios que te lo dio, te tendrá que dar más, te ha de prosperar, y tú tienes que perderle el miedo a no tener nada porque, si lo tienes a Él de seguro te vas a levantar. No puedes vivir con temor, encerrado. No puedes vivir escondiéndote por miedo.

Tenemos hombres como Jonás, que terminó escondido dentro de una ballena, de un pez grande. Un hombre lleno de propósito, de llamado; el tesoro más grande para Nínive era Jonás, pero por tratar de huir al propósito de Dios para su vida, termina en un pez. El error de Jonás fue que él no podía entender la misericordia de Dios, la gracia de Dios, cómo Dios los iba a perdonar, cómo Dios tenía misericordia de un grupo de gente que simplemente, en la mente de Jonás, Dios debía acabar con ellos. ¿No te ha pasado a ti así? Hay gente que tú piensas: Señor, llévatelos o te los mando. Y tú no entiendes cómo Dios los perdona, cómo Él tiene misericordia, y sin darte cuenta, esa mentalidad te hace caer en una ballena, en un pez grande. Jonás estuvo metido tres días entre los jugos gástricos de ese pez; imagínate. Dice la Biblia que estaba rodeado de algas. Pero un día aquel pez lo tuvo que vomitar. Y quizás hoy tú seas de esa gente que el problema los va a vomitar. Dios no te va a mantener escondido. O sales, o te vomitan, pero lo que Dios va a hacer contigo no se va a detener, no se puede paralizar, no se puede quedar encerrado. Cuando este hombre fue vomitado en aquella orina, en la arena, aunque comenzó a predicar un mensaje de condenación, se convirtió toda aquella ciudad. Aquella ciudad adoraba al dios del pez, y ahora ven a un hombre que sale de un pez, así que, lo que dijera, lo creerían. Interesante. Dios va a usar lo que tú pensabas que era para maldición, para comoquiera cumplir su propósito sobre tu vida.

Cuando miramos la Biblia, nos damos cuenta y entendemos en la parábola de los talentos, que hay muchas cosas que Dios nos da, que sin darnos cuenta, por temor a nuestra imagen del Dios al que nosotros le servimos, las escondemos. Escondemos nuestros talentos, nuestros tesoros, nuestras habilidades, y nada escondido se multiplica, a menos que sea una semilla. Dinero escondido no se multiplica; semilla sembrada, sí. Y la diferencia entre una y otra es muy sencilla; la semilla se entierra por un tiempo, y en la semilla está el deseo de ser descubierta; la semilla sabe en sí misma, que lo que es hoy es tan solo una pequeña muestra de lo que tiene que ser; y cuando se entierra la semilla, la primera sensación de esa semilla es buscar el sol y salir porque la semilla sabe que lo que está dentro de ella no tienen propósito a menos que busque el sol y florezca y produzca fruto. En contraste, el dinero que entierras no produce; no hay nada vivo dentro de eso tangible. Y hay gente que, lamentablemente, en vez de buscar salir hacia el sol y manifestarse, han enterrado sus talentos, sus capacidades, lo que Dios les ha dado, cuando Dios les ha llamado a multiplicarse, a aumentar y a salir del lugar en que están escondidos.

Hablamos de todos estos hombres, pero hablemos de alguien más, no sin antes decir que si algo tiene a veces la iglesia es que únicamente recordamos los errores de ciertas personas y no vemos que, a pesar de sus errores, Dios los llamó, los escogió para cumplir su propósito.

Hablemos de Saúl. Automáticamente, nuestra mente piensa en aquel hombre que le falló a Dios y que Dios lo removió. Pero la realidad es que si hubiéramos estado en los zapatos de Saúl, a lo mejor hubiéramos tenido la misma reacción al principio. No es tan fácil vivir entre Samuel y David. No es tan fácil vivir luego de un hombre como el profeta Samuel, y antes de un hombre como David. Llenar esos zapatos en ese tiempo no era algo tan sencillo. Y cuando miramos la vida de Saúl, solo lo recordamos por el error que él cometió, pero la realidad es que al final de su historia, aunque fue trágica, no podemos negar que Dios lo había escogido y lo había llamado con un propósito especial para su vida.

Te mencionamos a Moisés, a Elías, a Gedeón, a Jonás, a Saúl, para que entiendas que ese siempre ha sido el propósito de Dios: usar gente frágil, gente débil, gente menospreciada, imperfecta, para cumplir su propósito sobre sus vidas. Y si algo nos debe dar a nosotros optimismo y posibilidades es que, si Dios llamó a Elías, un hombre que tenía pasiones como cualquiera de nosotros; a Moisés, un hombre que estuvo huyendo por tanto tiempo; si usó a un Jonás, a pesar que era un hombre que tenía coraje, rabia todo el tiempo, y predicaba con frustración; si utilizó a un Gedeón, un joven miedoso; Dios también te puede utilizar a ti.

El potencial que hay en tu vida tiene que ser visto porque el tesoro más grande que hay en esta tierra para tu familia y para tu país no viene de afuera, sino de cada uno de nosotros. Es momento de que te atrevas a salir de tu escondite y mostrar todo lo que Dios quiere hacer contigo.
DIOS ES BUENO!!

Autor: D.R.A.

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